Thursday, January 27, 2011


Elizabeth Futral y James Pomeroy como Olympia y Hoffmann. Foto: Gaston de Cardenas


“LOS CUENTOS DE HOFFMANN", DERROCHE DE GRACIA Y FRESCURA


Por Daniel Fernández

Como una góndola veneciana se deslizó la noche del sábado el estreno de esta nueva puesta de Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach por la Florida Grand Opera. Sin embargo, no hubo góndolas en la escena de Venecia en el segundo acto, una de las contadas ocurrencias que reprocharon algunos a esta ingeniosa visión llena de aciertos y belleza.
En primer lugar, hay que elogiar el concepto de Renaud Doucet y André Barbe, binomio que se ocupa de la dirección escénica uno y del vestuario y decorados el otro. Sus creaciones han sido aplaudidas (El barbero de Sevilla) y repudiadas (Lucía de Lammermoor) en este mismo escenario. Los controvertidos creadores hilvanaron ―con patomimas y un bronceado monumento en escena― a la trama original de la ópera un acertado y merecido homenaje al compositor que fuera llamado por Rossini: “El Mozart de los Champs-Elysées”. Mathew DiBatista, que encarna al compositor también se mezclará en la trama como Cochenille, Frantz y Pitichinaccio, conservando el rostro broncíneo de la estatua del maestro. Algo original, y sin embargo, muy dentro del estilo de la propia obra, donde la Musa se vuelve el estudiante Nicklausse. Chapeau!
De igual manera hay que elogiar las soluciones escénicas que viabilizan la acción dando a la obra la fluidez que precisa. Y si bien las góndolas son sustituidas por escalones con rueditas que a su vez se convertirán en plataformas y gradas, el efecto de flotar sobre las aguas durante la bellísima barcarola ―exquisitamente cantada― se logra con las luces mágicas de Guy Simard.
Pero esto es apenas el comienzo de una serie de aciertos de esta puesta que no sólo se destaca dentro de las de la FGO, sino que apunta a un lugar distinguido dentro de los montajes de esta bella obra. Porque si bien los decorados y los trajes son importantes, la gran protagonista en las óperas es siempre la música y en este caso, bajo la batuta de Lucy Arner, Offenbach tuvo una defensora sensible y experta. Tanto en los momentos melodiosos que uno se lleva en la memoria, como en las salidas rítmicas y graciosas, la directora mantuvo la música en el adecuado nivel de firme presencia sin llegar nunca a opacar a los cantantes, balance que parece fácil, pero no siempre se logra.
Quizá se deba a la batuta mágica de esta directora el que el elenco y el coro lograran también ese raro equilibrio en el que todos se destacaron según las proporciones de su papel, sin debilidades aquí y allá. Los coros, a cargo de John Keene, tuvieron extraordinario lucimiento, especialmente en la escena de la taberna (coro masculino) y en la de Venecia (coro femenino).
Dicho esto, hay que admitir que sin restar mérito a nadie en este hermoso trabajo de conjunto, la noche fue de la polifacética Elizabeth Futral que olímpicamente se paseó por sus cuatro personajes. Desde la autómata Olympia hasta Stella la diva, pasando por la frágil Antonia y la maquiavélica Giullieta, la soprano supo darle sustancia a sus personajes y entregarlos con elegancia, sensibilidad y brillantez.
Elogios similares merece Bradley Garvin en sus cuatro villanos: Lindorf, Coppélius, Dr. Miracle y Dappertutto. El prestigioso barítono/bajo lució no sólo su excelente forma vocal, sino sus cualidades histriónicas.
Aunque toca al tenor el rol titular, el papel de Hoffmann, misteriosamente, no es tan jugoso como el de sus enamoradas o el del su cuádruple archienemigo; sin embargo, el talentoso David Pomeroy supo encarnar al apasionado personaje con dignidad y convicción que le ganaron el reconocimiento del público al final.
No se debe olvidar el magnífico y aplaudido trabajo de Catherine Rohrer, como la Musa/Nicklausse, ni, como ya dije, al versátil DiBattista. Encomiables también en sus pequeños papeles (por orden de aparición): Philip Skinner, Neal Ferreira, Jonathan G. Michie, Daniel Shirley, Courtney McKeown y James Barbato.
Escuché en el vestíbulo del teatro comentarios negativos sobre algunos detalles de esta puesta y hasta debilidades musicales por aquí y por allá. Sin embargo el público en general se mostró muy satisfecho y entusiasmado con esta puesta que rinde justo homenaje a un compositor que afortunadamente va volviendo del injusto olvido, y sus obras regresan a los escenarios y a los catálogos de las casas disqueras. Por eso resulta tan conmovedora la escena final de esta puesta con el exquisito concertante de los nueve cantantes apoyados por el coro, cuando cada uno recoge del suelo una de las páginas dispersas de esta obra última de su autor y de la que muchos fragmentos se habían perdido y, con las últimas notas de la obra, estas páginas que han estado ignoradas y pisoteadas en el suelo del escenario durante toda la función, son elevadas al cielo como merecido homenaje al genio de Offenbach y a la hermosísima música que nos legó.
James Pomeroy y el coro masculino en la famosa aria del "Krick-krack". Foto: Gaston de Cardenas
Ese gesto de gratitud, al igual que el humor con que se han concebido algunas escenas ―por ejemplo, la de Olympia, con un toque de Frankestein, algo de Metrópolis y un guiño a The Chocolate Factory―, le da a esta puesta una gracia y una frescura muy especiales. Pensarán que exagero, pero es como para verla más de una vez.


‘Los cuentos de Hoffmann’ por la Florida Grand Opera, en el Ziff Opera House, los días 28 y 2 y 5 de febrero, a las 8 p.m. y el 30 a las 2 p.m. También en el Broward Center for the Performing Arts, 10 y 12 de febrero a las 8 p.m. Información y entradas: www.fgo.com y 1-800-741-1010 o en las taquillas de los teatros.

Thursday, January 20, 2011

LOS CUENTOS DE HOFFMANN

“Los cuentos de Hoffmann” con una santiaguera en el podio

Ya este sábado 22 comienza la nueva puesta de la Florida Grand Opera de Los cuentos de Hoffman”. Supongo que muchos de ustedes ya leyeron mi advance en El Nuevo Herald del 19, pero ahora, en la “intimidad” de mi blog, quiero agregarles que Lucy Arner, nacida en Santiago de Cuba, es una magnífica conversadora que, a pesar de que ha brillado en muchos escenarios del mundo, tiene una forma muy directa y afable de comunicarse.
Su pasión por la ópera puede respirarse en todo lo que dice, y estoy seguro de que su trabajo en el podio con esta nueva puesta será tan interesante y disfrutable como su charla.
En cuanto a Elizabeth Futral, que también pude entrevistar, debo agregar que no tiene pose de diva, y que su afabilidad en el trato se traduce en una eterna sonrisa que a veces llega a la risa cuando comenta episodios graciosos de su brillante carrera. Su trabajo en los cuatro protagónicos femeninos promete ser un hito en la historia de la música en Miami, no es un hecho frecuente que la misma soprano emprenda semejante tarea.
El sábado veré el estreno y trataré de poner mi reseña el mismo domingo para que se embullen (eso espero) y no se pierdan esta hermosa obra de Offenbach, a quien llamaban “el Mozart de Les Champs Elysées”.

LUCY ARNER

ELIZABETH FUTRAL Y DF