Sunday, November 14, 2010

'Turandot', el lujo de la excelencia

Por Daniel Fernandez

Todo se ha conjugado para que la reposición de Turandot, la ópera póstuma de Puccini, con los hermosos trajes y la escenografía del famosísimo Allen Charles Klein y la dirección dramática del legendario Bliss Hebert, por la Florida Grand Opera, fuera todo un éxito. El triunfo de anoche, con el atestado Adrienne Arsht Ballet and Opera House de pie en larga ovación, resarce con creces de los disgustos de algunas puestas de la temporada pasada. Esta Turandot no sólo ostenta el lujo material de una producción que, si se fuera a crear en nuestros días requeriría de un presupuesto millonario, sino que luce el esplendor de maravillosas voces, coros impresionantes y sobre todo, la batuta magistral de Ramón Tébar, quien ha llevado la orquesta de la FGO a brillos insospechados.
Justamente, lo que quiero destacar primero es el trabajo sapiente y sensible de Tébar que ha despojado esta bella obra de todo “toscaninismo”, dando a Turandot su legitimidad como obra del siglo XX. Puccini era un compositor que disfrutaba de la rara cualidad de satisfacer al gran público y sin embargo mantener su música en el camino de la exploración, la audacia, la vanguardia a veces. Turandot tiene algo de Stravinsky y algo del Debussy final, con armonías orquestales desafiantes y juegos melódicos y rítmicos siempre innovadores, sin perder la capacidad de gustar. Tébar no sólo destacó esta modernidad de Puccini, sino que mantuvo en su pulso el latir de toda la producción. Cantantes, coros, mimos, bailarines, supernumerarios, todo se envolvía en la música logrando una visión coherente y muy viva. Nunca he visto en la FGO a un director de orquesta recibir mayores aplausos.
Pero sin duda las estrellas de la noche fueron los cantantes. Lise Lindstrom supo “clavar” su difícil rol de “princesa de hielo” que se va derritiendo con el loco amor de un forastero que decide exponer su vida con tal de conquistar su corazón. Frank Porretta, como el enamorado Calaf mantuvo un nivel magnífico vocal y dramático toda la noche, pero sin duda fue la famosa Nessum Dorma la que le ganó el aplauso del nutrido público. Ambos cantantes han encarnado estos roles en otros escenarios, incluso el del Metropolitan Opera House de Nueva York.
Mención especial para la siempre en ascenso Elizabeth Caballero, residente de Miami, que pone el nombre de nuestra ciudad en los escenarios del mundo. Su Liú hizo historia el sábado, con legatos impecables, pianissimi, notas prístinas y una muy sentida actuación que le ganó la mayor cantidad de aplausos y bravos de la noche.
Jonathan G. Michie, James Barbato y Daniel Shirley, en sus respectivos papeles de Ping, Pong y Pang fueron magníficos, logrando el balance entre la comicidad y su labor de narradores y explicadores. Conviene destacar que la inclusión de estos tres personajes en el libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni evidencia la maestría de los escritores que en estos personajes hacen un guiño a la Commedia dell’Arte a la vez que introducen un elemento distanciador. Este recurso sería la clave del estilo “brechtiano” que habría de verse tan “innovador” varias décadas más tarde.
Justos en sus menores papeles, Robert Bryan Dundas como el emperador y Kevin Langan como Timur.
Los decorados y trajes lucían la noche de este reestreno tan frescos como en su premiere de 1982. Mientras que las luces, también del genial Klein, fueron el toque final que dio a la producción su marco adecuado de fantasía y horror.
Puesto a encontrar defectos en este derroche de excelencia, son muy pocos e insignificantes, y si los menciono es sólo para demostrar que no exagero al elogiar esta magnífica producción. Por ejemplo, en algunas escenas los movimientos de las bailarinas no estaban totalmente sincronizados (pero eso espero que se corrija en próximas funciones); en la escena del afilado de cuchillos, me pareció inadecuado el ruidito que, aunque ayudaba al efecto, interfería en la hermosa música; y también que, dejándose llevar por la música, a veces las dinámicas de Tébar taparon las voces de los cantantes en el primer acto. Realmente, no recuerdo nada más que se pueda señalar.
La coreografía de Rosa Mercedes, resultó funcional, hermosa y bien llevada, y no me canso de elogiar al coro, a cargo de John Keene, que tanto en escena como en off resultó una verdadera carta de triunfo en esta puesta de lujosa excelencia.

Turandot, de Puccini continuará en cartelera con distintos horarios hasta el 4 de diciembre en el Arsht, de Miami, con algunas funciones en el Broward Center for the Performing Arts, de Fort Lauderdale. Para información y entradas: (800) 741-1010 y en www.fgo.org

1 comment:

  1. Todavía no me repongo del desagradable sabor que la FGO nos dejó con la insultante "Euro-trash" producción de Lucia la pasada temporada. Sin embargo, después de esta reseña tendré que hacer las paces con la compañía y regresar al Arsht Center. Mil gracias Daniel!

    Raúl Hernández, Miami

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