Thursday, December 4, 2014

'El Libro del Mormon', divina irreverencia

El éxito obtenido por The Book of Mormon, de Tray Parker, Robert Lopez y Matt Stone dice mucho a favor de la tolerancia en este país. La sorprendente ovación de pie obtenida en Miami el miércoles 3 en el Arsht Center borra de un plumazo la visión prejuiciada de que el público miamense es mojigato y provinciano.
      Es cierto que algunos contados espectadores no aplaudieron, pero no hubo abucheos, salidas intempestivas ni alteraciones del orden. Y es que se trata de un material candente, donde no solo se presenta la religión de los santos de los últimos días, conocidos como mormones de una manera festinada e irreverente, sino que hasta la figura de Jesús es tomada a broma.
       En uno de los números del segundo acto, cuando los recién convertidos africanos le ofrecen a los altos visitantes de esa religión su versión teatral de El libro del Mormón, el delirio es total. Esta caricatura de la caricatura es algo que no se veía en el terreno musical burlesco posiblemente desde Offenbach. Aunque a algunos no hizo ninguna gracia la aparición de un Jesús itifálico que da pie a una danza al borde de lo indecente. La imagen pudo escandalizar a los más conservadores, pero baste recordar que egipcios y griegos antiguos representaban a sus dioses en todo el esplendor de su virilidad y que es una costumbre también arraigada en el Africa actual. Las danzas rituales africanas tienen mucho de sexual.
       Es posible que la obra pudiera funcionar igualmente en una versión más moderada y sin abusar tanto de las malas palabras; pero no deja de ser encomiable el ofrecer algo bien desenfadado sobre un tema tan delicado como la religión. No solo se caricaturiza a los mormones, sino que judíos y cristianos también se llevan algún comentario picante. Pero el mensaje dista mucho de ser antirreligioso, todo lo contrario. La obra quiere subrayar que lo importante de la religión es, como su nombre indica, unir a través del amor, el respeto y la comprensión. Se abre también el terreno a que las historias encerradas en El Libro del Mormón y en La Biblia sean más bien metáforas que no deben ser tomadas al pie de la letra.
       El musical le da su puntillazo al fanatismo, la falsa piedad, la burocracia religiosa y otros males de las fes organizadas. El argumento es sencillo y lineal, aunque cargado de peripecias, juega con toques de humor simple, picardía cabaretera y hasta pinceladas de absurdo y grotesco, todo esto envuelto en una música que de vez en cuando se baña de ritmos africanos.
        Cody Jamison Strand como Elder Cunningham está simplemente brillante y se desempeña con gran soltura a pesar de que este es uno de los primeros papeles importantes de su carrera. De igual manera, David Larsen como Elder Price, más experimentado, logra momentos muy aplaudidos con su personaje especialmente en numeros como I believe. Nabulungi es el principal personaje femenino, muy hermoso y muy bien interpretado por Denee Benton, quien también ostenta una hermosa voz.
         Mencion aparte merece Pierce Cassedy con su personaje de Elder McKinley, deliciosamente gay, que cosecha la mayoría de las risas y los aplausos del público. El resto del reparto  se gana tambien sus merecidos aplausos, y aunque las coreografías no son muy creativas, los números de baile también aportan a la acción desde otro ángulo, por ejemplo el número del sueño en el infierno, uno de los momentos más aplaudidos.
        Irreverente y hasta algo soez, The Book of Mormon camina peligrosamente al borde del mal gusto, pero se salva por su abundancia de auténtica comicidad, su agradable música y por su intento de remozar los vetustos trajes de algunas religiones con un manto nuevo de comprensión, tolerancia y, sobre todo, amor, que de eso se trata. No se la pierda.
       

         El próximo musical de 'Broadway in Miami' será 'Beauty and the Beast', de diciembre 30 a enero 4. Entradas: 305 949 6722 y www.arshtcenter.org

Tuesday, December 2, 2014

LA SINFONICA DE SAN FRANCISCO, 'CURADA EN SALUD'

Miami fue la última ciudad en la gira mundial de la San Francisco Symphony (SFS) con su director Michael Tilson Thomas. Como el maestro también dirige la New World Symphony (NWS) con sede en Miami Beach, el sábado 22, el Knight Concert Hall del Arsht Center se encontraba repleto, pues ninguno de sus admiradores locales iba a perderse la oportunidad de comparar su trabajo al frente de una orquesta del prestigio y la dimensión de la SFS.
       Sin embargo, la experiencia pudo haber resultado algo decepcionante para algunos. Al frente de la NWS, con músicos jóvenes recién egresados de distintos institutos Tilson Thomas se muestra más audaz y creativo, su entrega del programa de esa noche, aunque irreprochable, se fue más hacia el balance y la mesura, "curándose en salud" de cualquier comentario negativo, a pesar de que se trataba de obras modernas en su mayoría y con amplio margen para la aventura y el desafío. Quizá la expansiva acústica del lugar sea en parte la causante de una percepción menos impactante que la que se capta en el teatro de la NWS en la Playa, mucho más pequeño e íntimo.
       Abrió la noche el Mephisto Waltz, no. 1, de Liszt que sin duda posee una orquestación que marca el ímpetu novedoso de ese pionero de la modernidad sinfónica. Luego el Concierto para violín y orquesta, no. 2, en sol mayor, de Prokofiev, donde se destac'o como solista el aclamado Gil Shaham. Sin pena ni gloria, la orquesta ofreció el adecuado y suntuoso marco con cuidado acople, pero había realmente ocasión para mayor drama y contraste. Solo hacia el final la obra cobró altura.
        La segunda parte de la noche comenzó con Drift and Providence, de Samuel Adams, nacido en 1985. La obra se inspira en el océano, aunque según palabras del autor evita lo descriptivo. Armada como en ciclos temáticos (oleadas) que evolucionan sin cesar, resulta medianamente interesante. A pesar de su final rimbombante (?un sunami?), la pieza no despierta especial curiosidad ni empatía.
        Afortunadamente el cierre de la noche fue una de las creaciones orquestales más hermosas del siglo XX, la Suite no. 2 de Daphnis et Chloé, de Ravel. Tomadas de su famoso ballet las melodías aquí no se avergüenzan de evocar el amanecer, un dúo romántico o una fiesta. Aquí el trabajo de director y orquesta cobró mayor frescura y entusiasmo logrando posiblemente la mejor versión que se haya escuchado en esta ciudad en largo tiempo.
       El público respondió con una larga y merecidísima ovación de pie a la que la orquesta respondió a su vez con un encore, la Canción de Solveig, de Grieg. Decisión no muy acertada, porque el efecto vigorizante y entusiasta del final de la obra anterior fue completamente eclipsado por la melancólica melodía del compositor noruego, por otra parte muy bien interpretada.
         Concierto hermoso sin duda y muy aplaudido, pero con semejantes fuerzas, bien pudo ofrecerse algo más substancioso o atrevido. Quizá estaban cansados después de tanto viajar.


         El próximo concierto de Knight Masterworks en el Arsht Center será la Danish National Symphony Orchestra con el violinista Ray Chen, el 14 de febrero, con obras de Sibelius y Nielsen. Entradas: 305 949 6722 y www.arshtcenter.org