Tuesday, December 2, 2014

LA SINFONICA DE SAN FRANCISCO, 'CURADA EN SALUD'

Miami fue la última ciudad en la gira mundial de la San Francisco Symphony (SFS) con su director Michael Tilson Thomas. Como el maestro también dirige la New World Symphony (NWS) con sede en Miami Beach, el sábado 22, el Knight Concert Hall del Arsht Center se encontraba repleto, pues ninguno de sus admiradores locales iba a perderse la oportunidad de comparar su trabajo al frente de una orquesta del prestigio y la dimensión de la SFS.
       Sin embargo, la experiencia pudo haber resultado algo decepcionante para algunos. Al frente de la NWS, con músicos jóvenes recién egresados de distintos institutos Tilson Thomas se muestra más audaz y creativo, su entrega del programa de esa noche, aunque irreprochable, se fue más hacia el balance y la mesura, "curándose en salud" de cualquier comentario negativo, a pesar de que se trataba de obras modernas en su mayoría y con amplio margen para la aventura y el desafío. Quizá la expansiva acústica del lugar sea en parte la causante de una percepción menos impactante que la que se capta en el teatro de la NWS en la Playa, mucho más pequeño e íntimo.
       Abrió la noche el Mephisto Waltz, no. 1, de Liszt que sin duda posee una orquestación que marca el ímpetu novedoso de ese pionero de la modernidad sinfónica. Luego el Concierto para violín y orquesta, no. 2, en sol mayor, de Prokofiev, donde se destac'o como solista el aclamado Gil Shaham. Sin pena ni gloria, la orquesta ofreció el adecuado y suntuoso marco con cuidado acople, pero había realmente ocasión para mayor drama y contraste. Solo hacia el final la obra cobró altura.
        La segunda parte de la noche comenzó con Drift and Providence, de Samuel Adams, nacido en 1985. La obra se inspira en el océano, aunque según palabras del autor evita lo descriptivo. Armada como en ciclos temáticos (oleadas) que evolucionan sin cesar, resulta medianamente interesante. A pesar de su final rimbombante (?un sunami?), la pieza no despierta especial curiosidad ni empatía.
        Afortunadamente el cierre de la noche fue una de las creaciones orquestales más hermosas del siglo XX, la Suite no. 2 de Daphnis et Chloé, de Ravel. Tomadas de su famoso ballet las melodías aquí no se avergüenzan de evocar el amanecer, un dúo romántico o una fiesta. Aquí el trabajo de director y orquesta cobró mayor frescura y entusiasmo logrando posiblemente la mejor versión que se haya escuchado en esta ciudad en largo tiempo.
       El público respondió con una larga y merecidísima ovación de pie a la que la orquesta respondió a su vez con un encore, la Canción de Solveig, de Grieg. Decisión no muy acertada, porque el efecto vigorizante y entusiasta del final de la obra anterior fue completamente eclipsado por la melancólica melodía del compositor noruego, por otra parte muy bien interpretada.
         Concierto hermoso sin duda y muy aplaudido, pero con semejantes fuerzas, bien pudo ofrecerse algo más substancioso o atrevido. Quizá estaban cansados después de tanto viajar.


         El próximo concierto de Knight Masterworks en el Arsht Center será la Danish National Symphony Orchestra con el violinista Ray Chen, el 14 de febrero, con obras de Sibelius y Nielsen. Entradas: 305 949 6722 y www.arshtcenter.org

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